Buenos aires y una reflexión sobre Napito

febrero 27, 2018 Desactivado Por Hugo González

A veces tu coche huele a pedo. Así me dijo mi mujer un día que entró a mi auto haciéndome sentir muy apenado pero sin darse cuenta que realmente no era yo quien se estaba desinflando, más bien, eran todas las bacterias que ya tenían las tuberías y el filtro del aire acondicionado de mi auto. Al menos a mi me dijeron que a veces a gas pero imagina que a tu coche no se le pueda quitar el olor a borrachera y tacos, a perro mojado o a leña de otro hogar. Y ya no hablemos de las personas que sufren de alergias.

Por eso me llamó la atención platicar con Sergio Fautsch, director general de AirLife México, una scaleup que se dedica a descontaminar autos, habitaciones o edificios. AirLife es una subisidiaria del grupo chileno Oxyion, la cual se dedica desde hace muchos años a la limpieza, sanitización y desinfección de frutas y hortalizas. En México, Airlife ya tiene 10 años en el mercado ofreciendo sus servicios en edificios públicos y en agencias de autos pues ofrece limpiar y eliminar el 99.9 por ciento de las bacterias y hongos que puedan encontrarse en ductos y filtros de aires acondicionados, incluyendo además el virus AH1-N1.

Esta curiosa empresa ha pasado en el bajo perfil pues únicamente ofrece sus servicios a través de 340 de 1600 agencias de autos que existen en el país, incluyendo la certificación Mopar para autos Chrysler y Dodge, así como otras agencias de marcas como Mitzui, Alfa Romeo y Suzuki. Su objetivo es crear una cultura de prevención de enfermedades causadas por este tipo de bacterias y por supuesto atacar un mercado que tiene un potencial de ofrecer 11 millones de servicios al año, con un valor cercano a los 250 millones de dólares anuales. Airlife tiene menos del 1 por ciento de ese mercado y por lo tanto, el potencial es enorme.

Por eso, si tienes un mal olor en tu coche, en tu baño y oficina, o sufres de alergias constantes por el aire acondicionado de tu edificio, no estaría mal que evalúes el servicio antes de que de te digan que tu coche huele a pedo.

En defensa de Napito

Con el riesgo de que se me deje venir una oleada de pedantes y altaneros políticos de café (o de twitter) con sus reflexiones pirateadas de algunos bien pensantes a quienes se les paga por decir o callar lo que quieren los grupos de poder, me atrevo a escribir esta reflexión que no intenta defender a López Obrador ni mucho menos a Napoleón Gómez Urrutia, (conocido como Napito), sino más bien, es un llamado a la reflexión y un exhorto a que dejemos de decir pendejadas, y para que no nos subamos al Tren del Mame creado y orquestado por algunos de mis colegas derechairos.

Dicho con todo el respeto y consciente de que el mundo no es blanco y negro, les pido que tomen en cuenta que estamos viviendo un cambio de época y que a nosotros nos tocará la dicha de vivir estos fascinantes tiempos disruptivos en los cuales veremos como se acabó el régimen de partidos en México. Lo que estamos viviendo en el país no es una lucha política ni electoral entre partidos, estamos viviendo una transformación histórica (y ruego que sea pacífica), como la vivida en otros países y tiempos.

Tal vez me la estoy prolongando mucho y seguramente me equivoco en algunos asuntos, pero la situación de México se parece cada vez más a la que se vivió en las revoluciones francesa y rusa, donde los excesos de la clase gobernante llevo al hartazgo de los ciudadanos. No soy experto en estos temas (si me equivoco, quisiera que me lo explicarán) pero al menos a mi se me quedó muy grabada la historia de la Revolución Rusa en la cual los mencheviques (pequeña, moderada y naciente burguesía) y los bolcheviques (comunistas, campesinos y trabajadores) se unieron con el único objetivo: derrocar al Zar.

Tanto los camisas azules como los camisas rojas ya estaban hasta la madre de la opresión, las canonjías y excesos de la realeza rusa y juntos le partieron el hocico a la familia real. Los dos grupos tenían claras sus diferencias pero sabían que tenían un objetivo común: derrocar al régimen.

Por eso me da mucho coraje con todos los “ismos” y los “istas” que han surgido de la izquierda mexicana pues en sus afanes de pureza ideológica se convirtieron en los eternos perdedores electorales del final del siglo 20. Cardenistas, zapatistas, y perredistas, dejaron pasar la pragmática oportunidad de tumbar al régimen del PRI desde hace 30 años, solo porque (¡ashh, que asco!) nos podemos asociarnos con quienes no piensan como yo. Señores, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” y por eso, quienes queremos acabar con el régimen, tenemos que sumar voluntades, esfuerzos, ideas, y hasta nauseas para sacar adelante el proyecto máximo que se llama: cambio de régimen.

Por eso muchos de quienes en 2006 se mancharon con el Peje (como Gabriela Cuevas o Germán Martínez Cázares) se están uniendo al Movimiento de Regeneración Nacional, pero no porque hayan tenido una epifanía y se convencieron de que vivieron en el error, ¡no! Lo hacen porque ya vieron que el régimen está amenazado, tal vez herido de muerte, y quieren amanecer el próximo 2 de julio con una vida extra que les pueda durar hasta que las aguas se calmen y comience la purga de quienes son leales al cambio o solamente se subieron a la ola.

Por eso, la alianza con Napito, no solo es por allegarse una buena cantidad de votos, sino por la revolución que se vendría en el sector laboral, en caso de que triunfe AMLO. He investigado y hasta donde puedo ver, Napoleón Gómez Urrutía y su sindicato minero es el símbolo de un nuevo y moderno sindicalismo mexicano el cual, no sabemos cuánto durará o si se corrompe en el camino pero de que es un cambio, lo es.

Fíjate lo que son las cosas, a principios de febrero tuve la oportunidad de estar presente en una reunión con un empresario emergente muy importante quien abiertamente nos dijo que no veía con buenos ojos la posibilidad de que ganara López Obrador. Entre todos los comensales se dijeron muchas cosas pero lo que me quedó claro fue cuando ese empresario dijo que a él no le convenía alguien como AMLO pues su visión de la vida laboral es retrograda y tiende hacia el viejo sindicalismo que mucho daño le hizo al país. Estoy de acuerdo en que el empresario busque proteger sus intereses y manifieste sus miedos pero no supe si tenía razón.

La reunión con el empresario fue un viernes y el lunes siguiente me reuní con un amigo que casualmente es cercano a la industria minera pues representa los intereses de algunas empresas mineras extranjeras. Apenas se habían escuchado de los guiños entre Napito y AMLO pero, no recuerdo cómo salió el tema, pero ese amigo me dijo que contrario a lo que mucha gente piensa; “los mineros quieren mucho a Napito”.

“No manches”, le dije y me siguió explicando que incluso entre las empresas existe respeto por el líder sindical pues ha podido conciliar los intereses empresariales y los de los trabajadores sindicalizados. Me dijo que lo ven como un tipo brillante que cumple lo que promete y que tiene el liderazgo suficiente para entusiasmar a sus agremiados en la consecución de los objetivos de las mineras.

Después vino la noticia que sería Senador por la vía plurinominal y mis colegas derechairos lo aprovecharon para tundirle al Peje. Sin embargo, comencé a investigar pues a mi también me daba roñita saber que un personaje tan defenestrado tendría cabida en Morena. Encontré entrevistas con los abogados de Napito quienes, y leí varios documentos con argumentos legales y verosímiles, que me hicieron ver que este hombre no es el diablo.

El colofón a mi defensa de Napito me llegó cuando supe la opinión de un colega que lleva muuuuchos años cubriendo la fuente laboral y quien me dijo sin dudar que Napito era un chingón y que era la carta fuerte de AMLO para darle un giro al sindicalismo en México.

El argumento se fortalece cuando reflexionamos sobre lo que hicieron los gobiernos del PAN quienes no solo olvidaron al coorporativismo sindical, sino que hasta tranzaron con él y lo fortalecieron. Me dicen que Napito está muy alejado de los líderes sindicales priistas y que por tanto, no tendría ningún empacho ni compromiso para crear nuevas centrales obreras, pues al nuevo gobierno pejista de nada le serviría tener una CTM, una CROC o un Romero Deschamps.

Por eso, yo si le doy el beneficio de la duda a Napito, aunque la neta si han logrado que huela bien gacho.

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