Vi que Roku invitó a algunos colegas periodistas para que visitaran sus oficinas en Los Gatos, California. Luego supe que el director de mercadotecnia estuvo muy activo por México hablando con otros colegas a los cuales no invitó al tour gatuno. Después supe que mi cuate Manuel Alonso estaba ayudándoles en la comunicación en México y hasta me mandó una aclaración, pero sigo sin conocer (y por tanto sin comprar) la versión de Roku. Tal vez no me dicen la neta porque saben de mis amistades en el mercado de televisión o porque le sacan y tienen que recurrir a otros colegas que les dan el avión.
Roku una vez más manda mensajes totalmente encontrados y ahora señala que las autoridades recibieron bien su dispositivo en México para que se vendiera, pero ojo, se trata de tiempos distintos; uno es cuando la empresa Latamel y otros importadores de Roku lo ingresaron al país, otro cuando lo vendieron a tiendas departamentales y otro más cuando se conectó el dispositivo y se le permitió a los usuarios tener acceso a aplicaciones que transmiten contenido pirateado o robado.
El visto bueno se le dio por normas regulatorias como que no estallara al conectarlo a la luz, pero nunca se les autorizó venderlo para permitir la piratería en su sistema (como lo ha admitido Matthew Anderson y otros ejecutivos de Roku), y mucho menos para venderlo engañando a las tiendas departamentales y consumidores.
Los directivos de Roku han admitido que no han erradicado la piratería en su totalidad y que solo detectan al pirata (no en todos los casos) cuando ya se cometió el delito. Entonces, ¿cómo le hacen las otras plataformas como Apple Tv, Chromecast o Amazon Fire que casi de inmediato banean a los canales que infringen el copyright? En lugar de evitar el robo de los contenidos Roku se hace la víctima y culpa a las autoridades judiciales locales y federales de un bloqueo anticompetitivo.
Aunque todo esto nos remite a la discusión que se lleva a cabo en Europa sobre la protección de los derechos de autor en las plataformas digitales, lo que debe quedar claro es que ningún productor de contenido está contra los OTT, pues son otra ventana de difusión, más bien, lo que si combaten es el robo de contenidos y el nada ético lucro de empresas que se mueven entre las penumbras y toreando la ley con sofismas tecnológicos.