¿Quién lo diría? Francia, ese país promotor de la globalización y el capitalismo enfrenta un resistencia nacionalista y proteccionista. Esa nación que nos ha cautiva con su arte, gastronomía y estilo de vida “joie de vivre”, está teniendo una especie de crisis agrícola que está sacudiendo sus cimientos.
Resulta que los agricultores franceses, esos mismos que nos proveen de vino, queso y esa mantequilla de antología, están un poco molestos. Y cuando digo un poco, me refiero a que han decidido tomarse las autopistas, traer sus tractores y armar un pequeño campamento frente a la capital, París. Los agricultores, cansados de las políticas de la Unión Europea, han decidido plantar su tractor ante el gobierno de Emmanuel Macron.
Por eso el gobierno de Francia ha decidido ir a Bruselas en una cumbre europea extraordinaria donde van a hablar sobre la crisis en el mundo agrícola.
Entre los temas a tratar será la viticultura, el barbecho (dejar descansar a la tierra) y las importaciones de Ucrania. Sí, resulta que los franceses no están muy contentos con que les estén invadiendo el territorio con productos agrícolas del este de Europa.
Al parecer en Francia ya se cansaron de la entrada de productos agrícolas de Ucrania como si fueran de otro país de la Unión Europea. Si no lo sabes, los productos ucranianos tienen una dispensa arancelaria a fin de apoyarle tras la invasión rusa de febrero de 2022. Incluso el ministerio francés de agricultura ya reconoció que esto ha provocado “efectos perversos” y por eso busca poner un límite ante esta desorganización.
Además, los agricultores franceses están alzando la voz y los rastrillos por todas partes denunciando caídas de ingresos, pensiones que parecen propinas, normas ambientales que se multiplican y una burocracia más densa que la CDMX al amanecer. También acusan a una desmedida competencia extranjera, sobre todo con el acuerdo comercial con el Mercosur. Parece que los agricultores franceses están viviendo su propia versión de “Los Miserables”.
El gobierno, por su parte, está tratando de calmar las aguas prometiendo medidas paliativas. Sin embargo, la resistencia agrícola francesa está llamando a la batalla, y parece que no van a parar hasta que vean algunos cambios reales.
Y mientras tanto, ¿qué pasa con nosotros, simples mortales amantes de los croissants y el vino francés? Pues, podríamos encontrarnos en una situación un poco incómoda si esta revolución agrícola no se resuelve pronto. ¿Imaginas un mundo sin croissants frescos por la mañana?
En fin, parece que la revolución agrícola francesa está en pleno apogeo. Solo esperemos que, al final del día, podamos seguir disfrutando de nuestras delicias francesas sin tener que preocuparnos por el precio de la mantequilla. Porque, créeme, un mundo sin omelettes o croissants no es algo que quiero vivir.