La descarga emocional de un chairo reportero, mi columna de hoy

febrero 2, 2021 Desactivado Por Hugo González

Definitivamente la pandemia vino a voltearnos la vida. Son pocas las personas que pueden decirse ajenas a esta terrible incertidumbre, angustia y desolación. Algunos, con mucho dinero vivieron en carne propia la pérdida de familiares y amigos; otros con menos recursos pudieron vivir lo mismo, pero también perdieron su empleo o por lo menos, sus medios de subsistencia.

Hay quienes perdimos la estabilidad, la serenidad e incluso la salud. Nadie, salvo los desalmados, los materialistas, los fantoches y egocentristas; puede decir que la pandemia es culpa de los demás.

Claro, pero siempre salen lo que endilgan a otros sus defectos y culpan al gobierno de todas las calamidades que vive la humanidad. No es problema de un país, de un gobierno, de un partido político, de una persona, de una industria, de una empresa; es un problema global que involucra a todos los seres humanos.

Decir que el gobierno de la 4T o el Presidente López Obrador tiene la culpa de todo es no tener madre, ni conciencia. De nada sirve que a todos nos encierren por la fuerza o nos pongan multas por no usar cubrebocas, si hacemos caso omiso hasta a las recomendaciones de que una sola persona se forme en las cajas para pagar en el súper. Siempre buscamos darle la vuelta. Queremos torcer la ley. Nos importa un bolillo lo que le hacemos a los demás.

Y por eso, a veces me gana la desesperación y quiero comportarme como todos los culeros que veo festejando, paseando, “tomando clases” en la playa, trabajando a medias, cobrando lo que no ganan, escamoteando el pago de sus deudas, dejando morir solo a quienes podrían ayudar.

A veces quiero meterme a la grilla periodística y desenmascarar a varios de mis colegas que (injustamente) siguen diciendo, publicando y divulgando noticias falsas. Me parece una injusticia porque si a mí me hubieran desmentido tantas veces como la han hecho con varios de esos colegas, no solamente se me caería la cara de vergüenza, sino que me hubieran corrido desde hace tiempo.

Y eso no ayuda nada al país, ni a sus propios intereses porque a la larga se les revierte tanta maledicencia. El país, la sociedad, la vida no merece tanto comunicador egocentrista, mentiroso, calumniador.

Eso sí, se respetan las opiniones de todos y podemos estar de acuerdo o no; pero decir mentiras, inventar cosas, o dar por hecho pláticas de café como un hecho consumado; es no tener madre. No saben el daño que le hacen a la gente, a la sociedad. Dinamitan la esperanza, la cooperación, las ganas de salir adelante.

Actuar como gatillero o como artillero de intereses malsanos y ambiciosos es inmoral e insalubre. No sé cómo pueden vivir muchos colegas con el peso de saberse odiados e insoportables para mucha gente. Y no pienso en gente del gobierno o de grupos políticos y empresariales, sino de la gente común. No me gustaría morirme y que muchos se alegrarán de que eso me sucediera o que alguien tuviera ganas de escupir en mi tumba.

Todo eso me parece injusto porque mientras esos viven desahogados, sin penas económicas o de salud; mantenidos por los potentados que antaño vivieron de privilegios y hoy temen perderlos; otros nos rompemos en muchas partes para actuar como empresari@, empleador@, mpadre de familia, hij@ protector@, reporter@, columnista, venderdor@, mecanic@ o am@ de casa.

Por fortuna, no todos tienen viven con una concha descomunal ni son unos desvergonzados y aun se atreven a tender la mano pese a poner en riesgo su propia estabilidad. Esos son buenos mexicanos, buenos seres humanos, personas de bien.

Toda esta descarga emocional solamente sirve de excusa, pretexto, justificación para decir por qué ya no estoy en Twitter, por qué casi no he escrito y por qué las visitas a tecnoempresa se han caído. Las últimas semanas del año y las primeras de este, experimenté la carencia de clientes, la falta de ingresos, el aumento de pasivos, la mala fortuna de despedir colaboradores, reducir gastos educativos, reportear, hacer columnas, reparar mi coche, vender banners, salir por comida, controlar a jóvenes encerrados y para terminarla de joder; luchar de la mano de mis padres contra la Covid-19.

Si, es una descarga emocional y tenía que escribirla antes de comenzar a mentar madres y pelear en redes sociales con personas que solamente avientan veneno, bilis, mala leche, especulaciones, mentiras, fake news o burlas. Y todavía dicen que la 4T y los chairos tenemos la culpa. Váyanse al carajo o ya saben a dónde. Tenía que decirlo y se dijo.

Ahhhh… ya me siento un poco mejor, pero sigo sintiendo mucha frustración y coraje.

Perdón, una disculpa por ello. Mi descarga emocional es pasajera. Ya volveremos a la normalidad.

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