Alimentos, salud y colaboración, columna ampliada de @hugogonzalez1

julio 29, 2020 Desactivado Por Hugo González

En mi ya largo camino por las responsabilidades y amenidades relacionadas con las tecnoempresas, he visto pasar muchas historias que, a simple vista; tienen un reparto muy definido entre héroes y villanos, buenos y malos, sano e insano, correcto e incorrecto; sin embargo, si se investiga un poco más y miramos la historia desde otro ángulo, podemos encontrar una realidad alterna y casi opuesta.

Desde hace varios años he recibido información que revelan otras múltiples causas de la epidemia de obesidad y diabetes que han causado muchas de las muertes por la COVID-19. Desde hace mucho tiempo estoy convencido de que es muy importante limitar la ingesta de calorías, sin embargo; también tengo muy claro que es más importante quemar todo ese exceso calórico con el ejercicio. Veo a muchos albañiles y cargadores que desayunan bombas hipercalóricas (guajolotas, atoles, tacos, etc) pero que son compensadas con una alta actividad física.

Con esto tampoco quiero decir que es suficiente con implementar simplistas campañas que dejan la carga solo a los consumidores (chécate, mídete, muévete) si todos los días y a todas horas estamos expuestos a los estímulos del cómpralo, disfrútalo, trágatelo. Por ello, la estrategia del etiquetado frontal de los alimentos ultraprocesados no debe servir como una medida de prohibición o exterminio contra esos productos, sino que debe ser el inicio de una estrategia nacional en la cual se impulse la corresponsabilidad entre consumidores y productores.

Creo que son exageraciones pedir la expulsión de Coca-Cola o creer que sólo con ejercicio se compensa el poco acceso que tenemos a comida saludable o por lo menos innocua. No puedo dejar de pensar en los fumadores que, aun sabiendo del daño a su salud, se atrevían a pedir su cajetilla “con rata”, “con feto” o “con pulmones negros”. Si las empresas quieren dejar al ciudadano la libertad de intoxicarse, también deben aceptar su carga de responsabilidad social pues; así como se fomenta el ejercicio y se censura el hecho de dar de fumar o beber a los niños, también debemos estigmatizar la mala alimentación y la ingesta hipercalórica con “veneno empaquetado”.

Y en esa corresponsabilidad y anhelada colaboración, llama la atención uno de los hospitales que ha sido ejemplo en el combate del Covid-19, el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca (HRAEI). Este proyecto diseñado, financiado y construido bajo el modelo de Asociación Público-Privada (APP), por Grupo GIA, de Hipólito Gerard Rivero, se sometió a un Plan de Reconversión que hoy día le permite tratar con personal y equipo altamente especializado; diversos padecimientos respiratorios y padecimientos críticos. Con ello, el nosocomio operado por la Secretaria de Salud Federal, de Jorge Alcocer, cuenta con 93 camas censables y 83 no censables, sumado al incremento de su plantilla con más de 400 trabajadores para la atención de pacientes con Coronavirus. Sin duda un ejemplo de colaboración entre la IP y el gobierno en pro de la salud.

Pero no vaya a ser que se pasen de colaborativos en la SCT pues, aunque se pospuso para este miércoles el fallo para la licitación de la Contratación del Servicio de Gestión para el Centro de Datos Primario y Alterno de la SCT, me dicen que siguen intentando cuadrar las cifras para ayudar a que lo gane alguien. Me dicen que Kio es inocente, pero no así otras empresas a quienes incluso ya los visitó el testigo social del concurso. ¡Aguado, el helado!

Pero como en toda buena historia no hay buenos-buenos y malos-malos, tampoco los hay en la reciente falla de los servicios de izzi, Axtel y Totalplay. Como siempre pasa en los fenómenos naturales, no faltan los riesgos en la infraestructura de telecomunicaciones. A veces son antenas, otras veces un cable de fibra roto o un datacenter inundado. En esta ocasión tal parece que Huracán Hana fue el causante del fallo que por fortuna se pudo recuperar en un tiempo razonable. Son los beneficios de la competencia porque en otros tiempos no había de otra sopa.

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