
Issste de Tláhuac ¿a poco sí funciona? por Hugo González en ContraRéplica
noviembre 26, 2025
En medio de todas las quejas contra los servicios públicos de salud pública, el Hospital General de Tláhuac del ISSSTE se ha posicionado como una de las unidades con desempeño estable dentro de la red federal.
Me dicen su operación continua, el programa de reposición tecnológica y la oferta de servicios de alta especialidad conforman un modelo que, en apariencia, avanza con procesos sostenidos y niveles de disponibilidad superiores al promedio de la infraestructura pública. Aunque los resultados son consistentes con lo que reporta la institución, todavía existen áreas donde la información necesita mayor detalle para medir plenamente su alcance.
Mis Amigos Chismosos (MACH) aseguran que el esquema operativo del hospital integra insumos clínicos, mantenimiento biomédico, soporte técnico y 17 servicios críticos que funcionan de manera permanente. Este modelo (que va más allá del mantenimiento convencional) ha permitido evitar interrupciones prolongadas, un problema habitual en otras unidades federales.
Uno de los elementos diferenciadores de Tláhuac es el uso de aisladores sísmicos, una tecnología relevante para proteger infraestructura crítica en zonas de riesgo. Su presencia sugiere un enfoque preventivo poco común en el sector público. Sin embargo, para dimensionar su impacto real en continuidad operativa, sería útil contar con indicadores específicos sobre pruebas estructurales, tiempos de recuperación o resultados de inspecciones técnicas.
El programa de reposición programada de tomógrafos, mastógrafos, angiógrafo, fluoroscopio y 56 máquinas de hemodiálisis busca evitar periodos de obsolescencia, un problema que históricamente afecta a la red pública.
La vigencia tecnológica sí influye en el desempeño clínico. El equipamiento puede estar actualizado, pero la verdadera medida está en su operación continua y en la reducción de tiempos de espera.
Los ocho quirófanos se mantienen con equipamiento integral y registran una productividad superior a la media nacional. Su Central de Esterilización y Equipos presenta indicadores internos de eficiencia altos, y las áreas críticas han operado sin cierres atribuibles a fallas técnicas o falta de insumos. Estos elementos sugieren un modelo de continuidad que, al menos desde la perspectiva institucional, funciona. Faltaría conocer los indicadores abiertos sobre listas de espera, suspensiones quirúrgicas o auditorías externas.
Para el ISSSTE, el desafío no es solo mantener a Tláhuac operando, sino demostrar que el modelo es replicable en otras unidades con condiciones distintas. La experiencia de este hospital apunta a que la continuidad operativa, el mantenimiento garantizado y la reposición tecnológica pueden generar estabilidad.
El gobierno federal, en línea con la estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum, ha hablado de construir un sistema público con estándares más altos y mayor consistencia técnica. Al parecer Tláhuac encaja en esa narrativa.
En ese contexto, Martí Batres tiene la oportunidad de fortalecer un modelo que apunta en la dirección correcta. Y si no es cierto, puede corregirla. El hospital muestra avances tangibles y procesos estables, pero la consolidación dependerá de demostrar, con datos abiertos y replicables, que este esquema puede sostenerse y escalarse más allá del caso particular de Tláhuac.




