En México, el sector manufacturero continúa siendo un motor clave de la economía. De los 36,872 mil millones de dólares de Inversión Extranjera Directa (IED) que el país recibió en 2024, el 54% se destinó a esta industria, de acuerdo con la Secretaría de Economía. Sin embargo, la manufactura se encuentra en un punto de inflexión.
Factores como la escasez de mano de obra cualificada, junto con la incertidumbre económica y política, ya impactan en el rendimiento. Tanto Pymes como grandes empresas industriales enfrentan los mismos retos. En este contexto, la transformación digital se perfila como un elemento decisivo para alcanzar crecimiento, prosperidad y neutralidad climática. Según McKinsey, centrarse en la tecnología ya no es una opción, sino un requisito.
El estudio How Possible Happens de Infor encuestó a 3,600 directivos de siete sectores y reveló que casi la mitad de las compañías con mejor desempeño adoptaron modelos operativos centrados en productos o plataformas. Además, 80% de las empresas afirmó que aumentará sus inversiones en tecnología en un 20% o más en los próximos años.
La demanda de especialistas en inteligencia artificial, aprendizaje automático, ciberseguridad y soluciones en la nube confirma la rápida aparición de nuevos perfiles profesionales. Sin embargo, las inversiones en tecnología solo generan resultados cuando las compañías cuentan con talento preparado y colaboradores capaces de adaptar sus competencias. Según ManpowerGroup, México enfrentará en 2025 una escasez de talento especializado en tecnologías de la información de 77%, frente al 73% reportado en 2023.
Cecilia Hermida, Country Manager de México y Spanish South America en Infor, afirmó que “La manufactura demanda hoy más habilidades técnicas que nunca. El sector se enfrenta a un doble desafío: mientras la automatización elimina tareas que ya se daban por sentadas, crece con fuerza la necesidad de especialistas con conocimientos avanzados capaces de impulsar la innovación y sostener la competitividad industrial”.
Las empresas más productivas ya han incrementado su inversión en formación en promedio un 26.2% más que el resto, lo que resulta clave para cerrar la “brecha de valor”, es decir, la distancia entre la promesa de la tecnología y sus resultados reales.
El equilibrio entre personas y máquinas será determinante. Para alcanzarlo, se requieren acciones concretas:
· Aprendizaje continuo y desarrollo de competencias: Retener y actualizar a la fuerza laboral es esencial ante la jubilación acelerada de empleados experimentados. Identificar carencias y diseñar programas apoyados en IA y aprendizaje automático permite personalizar y agilizar la formación.
· Programas de aprendizaje: La preparación de nuevas generaciones exige esquemas prácticos y atractivos que desarrollen tanto habilidades técnicas como interpersonales, favoreciendo la retención y la fidelización temprana.
· Colaboración con instituciones educativas: La vinculación con centros de formación y universidades asegura que los planes de estudio respondan a las necesidades del sector e impulsen graduados listos para el mercado.
· La tecnología como herramienta de formación: Automatización, simuladores virtuales y plataformas de e-learning ofrecen capacitación flexible y escalable, fortaleciendo la adaptabilidad e impulsando una cultura de innovación continua.
A pesar de la incertidumbre económica, la tendencia del sector manufacturero es clara: la innovación tecnológica será el camino para sostener la competitividad. “El 82% de las empresas considera que su éxito depende de la adopción de nuevas tecnologías. Pero para que esa inversión genere valor, la clave será preparar al talento”, subrayó Hermida.
Las compañías que apuesten por la formación continua y el desarrollo de su fuerza laboral estarán mejor posicionadas para liderar el futuro industrial.
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